Época: Pacífico guerra
Inicio: Año 1941
Fin: Año 1941

Antecedente:
Situación pre-bélica

(C) Jesús Hernández Perera



Comentario

Antes de 1941, el plan japonés en caso de guerra contra Estados Unidos consistía en emplear su flota principal en el sur del Pacífico al tiempo que lanzaba un ataque contra las Filipinas, evitando que su guarnición pudiera ser ayudada por la metrópoli. Con este plan rebosante de lógica también contaban los americanos.
Pero a principios de enero de 1941, el almirante Isoruku Yamamoto, "uno de los pocos genios que la Segunda Guerra Mundial produjo" (5), cambió el escenario. Había estudiado en Harvard y luego fue agregado naval en Washington y conocía la tremenda potencialidad y tesón yankis. Dos días antes de estallar la guerra por Danzig fue nombrado comandante en jefe de la Flota Imperial japonesa. El hombre más opuesto a una guerra contra USA acabaría recibiendo el encargo de planearla.

En aquel mes advirtió públicamente a los líderes de una de las sociedades patrióticas supernacionalistas que esta guerra se convertiría en una lucha a muerte, con todas las desventajas contra Japón: "Rotas las hostilidades -dijo- no sería bastante para nosotros tomar Guam y las Filipinas o incluso Hawai y San Francisco. Tendríamos que marchar sobre Washington y firmar un tratado en la Casa Blanca. Me pregunto si nuestros políticos que hablan tan ligeramente de una guerra japonesa-americana tienen confianza en el resultado y están preparados para hacer los sacrificios necesarios" (6).

Y mientras Yamamoto maduraba sus propios planes, los "superpatriotas" le tildaban de traidor y se dedicaban a asesinar generales, almirantes y ministros que pudieran parecerles vacilantes.

Yamamoto no quería luchar con el flanco expuesto contra una flota enemiga intacta aunque estuviera a miles de millas de distancia. Había que destruirla de antemano y luego tratar de alcanzar los objetivos fijados en un año a lo sumo. No se trataba de derrotar a los Estados Unidos, sino de mantenerlos a distancia gracias al amplio frente marítimo, al tiempo que muy probablemente se les abriría otro frente oceánico contra los germanos e italianos.

Aunque Japón necesitaba fundamentalmente las materias primas de las Indias Orientales holandesas, no podía arriesgarse a un ataque contra ellos y, subsidiariamente contra las posesiones británicas, dejando intactas a su retaguardia las Filipinas controladas por los americanos, que además dispondrían de toda su flota. Por toda esta argumentación se pensó en el insólito ejercicio que llevaría a Pearl Harbor, mientras los convoyes de tropas estarían ya visiblemente navegando hacia el sudoeste del Pacífico.

Conseguidos los planes, con un perímetro defensivo de 4.000 millas náuticas (las distancias se expresan en millas naúticas. 1 m. n. = 1.852 metros) de largo y 2.000 de ancho, con abundancia de materias primas y unas buenas fortificaciones en profundidad, un intento reconquistador americano sería en todo caso problemático y muy lento, aunque los hechos se encargarán de demostrar a los japoneses su error.

En efecto, los japoneses tuvieron fallos; pero el peor fue creer que América preferiría una guerra corta a una pérdida de prestigio, cuando la realidad era que antes se arriesgaría su existencia en una guerra larga que perder dicho prestigio retirándose de China (7).